Un anciano maestro de Zen estaba rodeado por sus discípulos. Uno de los alumnos se levantó y, muy respetuosamente preguntó: —Maestro, ¿cuál es la esencia de las cosas? A lo que respondió el venerable anciano: —Sólo la mente tiene esencia, porque es lo único que existe. De repente, el alumno cogió una piedra del suelo y la arrojó con fuerza a la cabeza de su maestro, mientras le decía: —Pues si esta piedra no existe, ¿tampoco le provoca dolor?